tunkashila

Brotan de mis entrañas calmo llanto acunado en la amalgama de humo y mezcal, en el inmenso abrazo del oso, noches de canto en un quejido profundo de tiempos lejanos que profieren del ahorita que palpita en movimientos vivos y ya no urge consuelo, razón que merece la pena arder una y mil veces de nuevo.

Vomita mi desgastado estómago viejos miedos que ya a nadie fatiga y se trenza con fuerza un tronco recio que sustenta de una única saliva y que empuja y germina brotes de fruta madura con un perfume que invoca en su euritmia a la inocencia protegida y los demonios al fin se achican.

Carece mi voz de toda palabra aprendida para agradecer a los abuelitos pero, sobre todo, a ti este corte en seco en el desacertado camino y esa indescriptible delicadeza de tu mimo en el cuidado por ser uno mismo. Hállome en adeudo contigo empero sé, estoy convencida de ello, que al comparecer el remoto día que tu aliento tropiece de bruces con la flaqueza tras de ti mi boca estará presta para silbar, mucho.

Todo es, todo el rato.

manifiéstese a su antojo