bóreas

Bajo mis pies descalzos el suelo de mármol y frente a la ventana abierta de par en par dándole la bienvenida al gélido aireo, mi yerto cuerpo arrecido. Tan solo he de alargar la mano para alcanzar la frazada que descansa sobre la cama para así arropar mis carnes desnudas pero en un acto memorablemente imbécil por mi parte me empeño en permanecer firme.

Fuera diluvia con tanta fiereza que pudiera parecer que el cielo se rebelase porque ya no puede más con tantas vidas colmadas de penas, con tantos lamentos arrojados al vacío, con tanta desdicha diaria a cada segundo, a cada hora. Ciento de miles y miles de miserias que habitan por doquier, miserias que desconozco mas en ocasiones me importa y otras tantas ni pienso en ellas.

Me sumo en mi vida y en las vidas de quien me rodean para sacar en claro un conformismo generalizado donde llegamos a creer que disponemos de plena libertad al actuar en esta pantomima de tres al cuarto si te desmarcas creyéndote discordante.

Observo mis pies descalzos sobre el mármol blanco sin entender qué me hace estar inmóvil, siempre en espera de algo que jamás llega. Me baño en dudas y excusas ponderando un mañana me espera. Miedo a flor de piel y la apetencia se piró junto con la última oferta de un polvo rápido harto de desgana.

Dicen que con el mudar de las estaciones año tras año, esto de la existencia se desfigura en algo pesado, en algo desolado donde la compaña de tiempos mejores nos lleva de la mano hasta los enfaldos de la catrina. Y eso, en el grato de los casos.

Somos un hilo de mierda a punto de disolverse enredados en vueltas y vueltas para nunca acabar de decir lo que verdaderamente queremos.

manifiéstese a su antojo