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Me es inconcebible elucubrar un acontecer más apetecible que, en un momento de suma diligencia, converger con una colega gremial de la íntima amiga de la cuñada de la ex-amiga de la hermana mayor de la que suscribe que, tras un somero saludo, afanóse en pormenorizar su reciente procreación asimismo de los seis meses de existencia desenfrenada de su adorable retoño documentado todo ello con un pródigo material gráfico entretanto asiento con una sonrisa al aguante del colofón del encuentro: ‘a ver cuándo te animas’.

Para no incurrir en malbaratar tal inyección de motivación, me vengo arriba y lucrándome del tránsito de un automóvil contiguo enlazo el extremo de mi echarpe en el eje de una de sus ruedas traseras a la par que enuncio: ¡ale hop! Además de rendir mi particular homenaje a la totalidad mundial de madres y, especialmente, a la madre de la danza moderna para que así este acaecimiento no sucumba en balde.

manifiéstese a su antojo