losing my religion

Acibarado excesivo regusto se arraiga en el residuo de su remembranza de todo aquello que debió haber sido el cuento más bello jamás narrado de consumados sueños con radiante desenlace bienaventurado empero no fue más que un extenuante desafío con efímeros oasis demoledores que desataron un vasto cansancio entregándole un zurcido cuerpo de maltrecho corazón.

De manera incesante un lacerante desapego fruto del inagotable enredo le acompaña independientemente de la distancia que recorra, del tenaz empeño en el desoír o la enérgica porfía por no estar atrapada en más de lo mismo.

En su perpetua huida comprendió que nunca se empieza de nuevo pero no por ello corresponde cebar una subsistencia de mero espectador que se encuentra de paso baquetándole con menos estímulos de lo que su esencia merece.

Con frecuencia olvida que la fortaleza no se asienta en el blindaje con el que se confinan las auténticas emociones en la representación de un manido papel de esa función que ya nadie recita porque a veces es de obligado deber asistir a la irreflexiva improvisación de la inherente pasión de la locura.

Y de tanto en tanto, en medio de mi llanto rompo el frasco vítreo en el que esconde sus lágrimas para que tú, otra vez, vuelvas a inventar el cuento.

»Losing my religion, Emmanuell Reyes Cóser