Mulier ecce filius tuus […] ecce mater tua
(Juan, 19:26-27)
Cada año millones de niños y niñas en todo el mundo se convierten en víctimas de una violencia silenciada. En cada país, en cada cultura y en cada estrato social, los niños y las niñas se enfrentan a distintas formas de abuso, de abandono y de explotación.
La infancia es víctima de la violencia dentro de la familia, en las instituciones, en la escuela, en el trabajo o en las calles y esa violencia se produce en todos los países de todas las regiones del mundo. Violencia es la explotación y el abuso; es la trata y el tráfico; son las prácticas culturales dañinas contra los niños y las niñas como la mutilación o el matrimonio infantil; es el castigo físico y psicológico y es también, el reclutamiento en grupos armados. Esta violencia es perpetuada a través del silencio, los prejuicios, la vergüenza, la ignorancia, las tradiciones, el abuso de poder, la discriminación por género y el abandono por parte de las personas que deben protegerlos, cuidarlos y empoderarlos.
Es muy difícil obtener estadísticas de este tipo de víctimas en parte porque es un tema muy sensible en todas las culturas por lo que los niños y niñas que sufren por causa de la violencia casi nunca reciben el apoyo necesario por parte de los adultos. Muchas veces, contar lo que les ocurre en la escuela, en el lugar de trabajo, en el sistema de justicia y hasta con especialistas en protección, les pone en riesgo de ser castigados, humillados e ignorados.
Es un verdadero desafío hacer que las personas acepten que deben cambiar para proteger a los niños. Muchas veces, desde los gobiernos, se da prioridad al deseo de los padres de criar a sus hijos según sus propios pareceres antes que brindar protección a los menores. Muy pocas veces esto último es una prioridad política para los gobiernos.