Mulier ecce filius tuus […] ecce mater tua
(Juan, 19:26-27)
Categoría: breveces
[009]
Amen dico tibi hodie mecum eris in paradiso
(Lucas, 23:43)
[008]
Pater dimitte illis, non enim sciunt, quid faciunt
(Lucas, 23:34)
[007]
Ensimismado con el sinuoso crujir vaivén del arco deslizándose sobre las cuerdas del violonchelo entre sus dedos arranca estremecedoras notas para anestesiar la furia, la impaciencia contenida.
Inopinadamente interrumpe la ejecución asaltado por la extraña percepción de que tal vez, quizás, en algún remoto lugar fuera del atestado auditorio en el que se encuentra existe alguien que, únicamente, presta atención y comprende tanto asco, tanta maldad imperante en sus actos inexplicables.
Conmovido susurra un inestimable ‘gracias’ antes de reanudar el recital.
[006]
Me es inconcebible elucubrar un acontecer más apetecible que, en un momento de suma diligencia, converger con una colega gremial de la íntima amiga de la cuñada de la ex-amiga de la hermana mayor de la que suscribe que, tras un somero saludo, afanóse en pormenorizar su reciente procreación asimismo de los seis meses de existencia desenfrenada de su adorable retoño documentado todo ello con un pródigo material gráfico entretanto asiento con una sonrisa al aguante del colofón del encuentro: ‘a ver cuándo te animas’.
Para no incurrir en malbaratar tal inyección de motivación, me vengo arriba y lucrándome del tránsito de un automóvil contiguo enlazo el extremo de mi echarpe en el eje de una de sus ruedas traseras a la par que enuncio: ¡ale hop! Además de rendir mi particular homenaje a la totalidad mundial de madres y, especialmente, a la madre de la danza moderna para que así este acaecimiento no sucumba en balde.
[005]
Estoy hasta los huevos del adoctrinamiento del éxito como único aliciente.
No puedo, lo lamento. Y es penoso y agotador este lunes sin coartadas de este corazón en huelga, estas emociones en servicios mínimos, adagio de una sonata patética asumiendo la pereza como exclusivo latir porque siendo, como soy, un montón de inquietudes, contradicciones y absurdos ininteligibles es cuanto menos curioso que aún persevere a la espera de que me cuenten un cuento al que anhelar.