agosto

Otro verano que se disipa sin pena ni gloria. Los primeros soplos del ábrego me convidan a este olor a tierra mojada que tanto me reconforta y, por fin, respiro tranquila.

Detesto tanto este solsticio del año, este mes, este día, que ya no sé discernir si es por lo que fueron o por lo que nunca volverán a ser. Quién sabe. La memoria es traidora y falsifica con demasiada eficacia lo que debió haber sido. Lo que sí es cierto que finalizando el día de hoy despido este estío con el mismo alivio de cada año.

(+leer)