objeto

Una cámara fotográfica dentro de una caja de cartón. ¿Cómo llega una cámara fotográfica allí y cuál es el destino que le espera? Las preguntas simples, a veces, conllevan una respuesta compleja.

Me explico.

Todo objeto tiene un término para ser adquirido o alcanzado, según el contexto en el que lo detallemos. Como todo en esta vida, supongo.

Incesantemente compramos, conseguimos o devengamos aquello que tanto ambicionamos y que tanto nos sostiene distraídos cayendo en el olvido el germen esencial que nos impulsó a ello, en su mayoría de casos, antes inclusive de obtenerlo. En una perpetua insatisfacción por realizarnos.

Jamás he experimentado esa urgencia de aspiraciones o apetencias por coleccionar éxito, ganancia o cualquier representación que se entienda por ser un individuo provechoso. Lo que me lleva a discurrir en un eterno desinterés, en una ocupación que me es más innata que estudiada sin pasión alguna que desvele mi entusiasmo, hábil de todo experto de nada, sin derrotero fijo, quizá demasiado empeño en confeccionar una interminable lucha conmigo misma desde que abdique a la vida que me estaba dispuesta. Pero sin ápice de desagrado, todo lo contrario.

Aún así, he de admitir que si algo envidio en una persona es su capacidad de albergar una gran devoción por una determinada afición, gozando verdaderamente de ello y me es casi imposible no pensar en ti y en cómo hace un año decidiste ahogar esa capacidad de la que hablo. No te lloré entonces como tampoco lo haré ahora, de igual modo que nunca hablaré del asco que me provoco al pensar en ti, al rememorar tal día como hoy de hace un año.

No sé, igual estoy divagando. Ahora que lo pienso comencé con una pregunta muy sencilla y puede que nunca averigüe qué le acontezca a esa cámara fotográfica, aunque en el fondo, a quién le importa.