asueto

objetivo número tres—

Casero de la voz reproducida por el altoparlante del vehículo informador referente a la prolija programación festiva, además de animador sociocultural a no desperdiciar puntada de tan diversificado esparcimiento.

Lentamente fricciono mis dedos próximos a mi órgano auditivo derecho agudizando la vista, enfilo la diana y, súbitamente, reparo que alguien sitiado algo más atrás del auto me examina atentamente. Descanso mi mirada en sus pupilas entretanto altero el punto de mira en su dirección encañonándole directamente. Sin inmutarse, acomoda entre sus labios la cucharilla tras remover el líquido de su brebaje para después posarla en el velador a la espera del impacto de manera desafiante en lo que me ha parecido el acontecimiento más excitante de mi inane supervivencia.

Indulto otorgado. Diligentemente me planto frente a su mesa sobre la que coloco la legumbre que, ante el pasmo que me embriaga, retiene mi mano haciéndome saber su deseo preferible de que, exactamente ese grano, sea atesorado en mi haber hasta la próxima sincronía en que mi persona congrege el arrojo necesario para atizarle como objetivo. ¡Ains! si Dios existe, acabo de perdonarle la vida.

objetivo número cuatro—

Incansable parlanchín noctívago a la vera de bella damisela pelando la pava sin presta manifestación de resolución ajustándose los mochuelos contiguos a la ventana de mi alcoba abierta a la ilusoria frescura de la noche.

Lentamente fricciono mis dedos próximos a mi órgano auditivo derecho agudizando la vista, enfilo la diana y descargo proyectil. Puntería exitosa en el lóbulo de la oreja del pestiño de donjuán.

La ternura de la llorera del galán se apodera de su amada convidándole a dulcificar el traumatismo al abrigo de su cuidado. Antes de desaparecer, le oí susurrar un agradecer a quien proceda. De nada, hombre, de nada; todo sea por el descanso de la menda que religiosamente mañanea.


manifiéstese a su antojo